sábado, 16 de mayo de 2009

El talento escondido

En las entradas anteriores, impulsado por mi gusto por la literatura y por mis ansias por escribir, colgué –no sé si es la palabra adecuada- varios relatos fruto de un ejercicio procedente de mi gusto por los cuentos de terror o por la novela negra. Todos ellos han sido, como digo, ejercicios literarios –perdóneseme la inmodestia al emplear la palabra literarios - cuya única finalidad es la de aprender el oficio de esto que se ha dado en llamar “juntar letras”. He disfrutado mucho con ello y agradezco de corazón los amables comentarios que me habéis hecho. Es, como ya he esbozado en alguno de los comentarios escritos, un enorme privilegio contar con vuestra ayuda, recibir vuestras visitas y aprender con vuestros consejos. Siempre contaréis por ello con mi gratitud y mi reconocimiento. Vuestras palabras son un aliento grato en los momentos de desánimo que me procura mi escaso talento y, dado el apoyo obtenido, no dudéis que continuaré con la labor. Los relatos volverán de nuevo, con toda seguridad, pero no es uno de ellos lo que voy a incluir ahora en el blog. Es una reflexión, y comienza ahora.

Desde que comencé –hace ya tres meses - con esta labor, me interné en un terreno desconocido por completo para mí. Mi gusto por esto de los blogs era inexistente, mi conocimiento de lo que en ellos se desarrollaba era nulo, y esa enorme masa de muestras literarias que en ellos reside era “terra incognita”.

Llevado por un impulso extraño, que aún ahora no sé cómo surgió, decidí crear “el novelista novel”. Las pretensiones eran nulas, pero nunca dudé. Volqué esfuerzos, invertí horas y gané ilusiones. Desde aquel venturoso día he procurado conocer este mundo extraño para mí, he querido internarme en la red y conocer a sus habitantes. Desde aquel día he disfrutado enormemente con ello y, gracias a este viaje, he podido conocer a grandes creadores. Todos ellos son escritores –profesionales o aficionados-, y todos ellos talentosos y admirables. He visitado sus bitácoras, he disfrutado de sus relatos, de sus historias y de sus comentarios. He aprendido de ellos y, si Dios quiere, seguiré haciéndolo. Me han sorprendido sus ingenios, me han abierto un camino, me han desbrozado una ruta extraña. Por ellos, o gracias a ellos, he descubierto que el talento literario no es propiedad exclusiva de editoriales o agentes literarios. Ahora sé que, ocultos entre chips, líneas telefónicas y modens, hay un grupo de personas que vierten su talento y su tiempo en procurar el disfrute de los demás, sin beneficio alguno, de modo desprendido y generoso; un grupo de personas ávidas de conocimiento y de curiosidad, llenas de inquietudes y repletas de entusiasmo. Algunos han alcanzado la fama, han conseguido las tan ansiadas publicaciones y se afanan, con férrea voluntad, en introducirse en el negocio literario. Son, en ocasiones, obras con pequeñas tiradas, de escasa repercusión, con ventas on-line o por encargo, pero siempre ilusionantes y gratificantes. Vaya desde aquí mi enhorabuena y mis mejores deseos para todos ellos. Se han labrado un camino, lucharon por ello y lo han conseguido. Otros, en cambio, no han tenido tanta suerte. Desconozco el motivo. No sé, incluso, si lo han intentado, pero no deja de asombrarme.

Desde la soledad de mi salón, con los ojos clavados en la pantalla del ordenador, leo sus blogs, sus relatos, y no dejo de preguntarme por qué. ¿Por qué es tan esquiva la publicación?¿Por qué está vetada para tantos?¿Por qué hay tanta endogamia en este negocio? ¿Por qué toda esta gente no puede publicar?

Me hago estas preguntas y me asombro. Ignoro las respuestas, pero no renuncio a la esperanza. Confío en que, algún día, recorriendo los pasillos de cualquier librería, encuentre alguna de sus obras, impresa en tapa dura, acompañada por tantos y tantos autores que hoy admiro y envidio. Confío en que llegue ese día, y no renunciaré nunca a verlo. Porque se lo merecen, y porque todos nosotros, los lectores, nos perdemos algo muy grande. No obstante, mientras llega ese día, desde la soledad de mi salón, con los ojos clavados en la pantalla del ordenador, continuaré con mi viaje cibernético, con mi ruta establecida y diaria, ahora ya familiar en la que, un día no muy lejano, cuando comencé con “el Novelista novel”, me interné.


6 comentarios:

Pedro de Paz dijo...

Mi estimado GLR: la respuesta a tus preguntas es bastante compleja y se difumina en un maremagnum de intereses, presiones y motivos lo suficientemente extensos como para desgranarlos en el comentario de un blog. No sé si conoces su existencia pero te recomiendo encarecidamente la lectura de este blog, de la primera a la última entrada, incluyendo los comentarios de cada una de ellas. Al parecer tiene ya algunos años y fue abandonado hace tiempo, pero muchos de sus postulados continuan teniendo plena vigencia.

Abrazos,
Pedro

g.l.r. dijo...

Muchas gracias, estimado Pedro, por tu recomendación. No conocía el blog, he leído alguna de sus entradas, y constituye todo un hallazgo. Eres un pozo de sabiduría. Muchas gracias.
Un abrazo.

Miguel Baquero dijo...

Como dice Pedro, todo es muy complejo. La edición tiene razones que la razón desconoce, o algo así. Si quieres un consejo, más vale no cuestionárselo: preocupate por escribir bien, lo que te guste y como te guste, y no te preocupes demasiado por el funcionamiento de la máquina. No sé si es buen o mal consejo, pero es un consejo

g.l.r. dijo...

Es el mejor, estimado Miguel. Me centraré en ello. Muchas gracias.

Carlos Frontera dijo...

Debo confesar que también me sorprendió todo este universo bloguero. No me engaño: la mayoría de las creaciones literarias que se publican en la red son auténticos bodrios, pero sí es cierto que, entre tanto bodrio, se esconden escritores realmente buenos. Yo he tenido la ocasión de toparme con algunos, y sí, no deja de tener un punto altruista el exponer tu obra sin esperar retribución a cambio; también tiene un punto exhibicionista.
Ya digo, tienen calidad más que sobrada para ver su obra publicada. ¿Por qué no ha sido así hasta ahora? Como dice Miguel, lo mejor es no preocuparse por el funcionamiento de la máquina y guardar todas las energías para escribir.

g.l.r. dijo...

Me alegra verte de nuevo por aquí, Viajero, y me alegro de coincidir contigo. Para aquel que muestre dudas acerca de la calidad literaria que se esconde en la red, le aconsejo firmemente que acuda a los blogs de los que más arriba han tenido la amabilidad de dejar sus comentarios. Todos ellos - excluyéndome a mí, por supuesto-, son espléndidos escritores, y todos ellos merecen ser leídos, para disfrute de los que se acerquen a sus obras.
Miguel Baquero, Pedro de Paz y Viajero Solitario: un seguro contra el tedio y una alegría para sus lectores.
Un abrazo.