domingo, 19 de diciembre de 2010

"El hombre que mató a Durruti", de Pedro de Paz


He de reconocer que no me gusta escribir reseñas. Lo cierto es que no tengo ni el talento suficiente ni la paciencia necesaria, y desvelar o analizar las artimañas y tejemanejes que el autor ha empleado se me antoja, siempre, tarea harto difícil. Para abundar en mi rechazo, mi excesiva tendencia a la prosa engolada contribuye a que mis análisis terminen por convertirse en bodrios escasamente clarificadores y sumamente pedantes, así que prefiero no prodigarme en tales ejercicios y dedicar mis pobres dones literarios a otros menesteres. Pese a lo anterior, “El hombre que mató a Durruti”, del escritor madrileño Pedro de Paz, bien merece que renuncie a mis reservas y que acometa ese esfuerzo titánico que, para mí, supone el perpetrar una crítica. Quiera Dios, desde luego, porque la novela se lo merece, que la labor salga bien y no derive en una patada inmerecida hacia ella.
Comencemos pues, aunque no sepa muy bien cómo y el resultado sea caótico.
Antes, sin embargo, he de aclarar una cosa.
Sucede que nunca sé por dónde empezar. Acostumbro a marear la perdiz, a dar vueltas sin cesar, de un lado a otro, como lo haría un bicho mareado o sin cabeza; a pergeñar elucubraciones con pretensión de brillantez, que al instante son desechadas por estúpidas, y generar otras no menos absurdas o estultas. Y así hasta el cansancio, hasta que me aburro y, finalmente, convencido ya de mi inutilidad, abandono la empresa, cariacontecido y maltrecho. Hoy, sin embargo, haré algo distinto; porque quiero, porque me peta y porque no se me ocurre mejor modo de hacerlo. Así que, hala, a glosar la imagen que me he formado del autor.
Si bien es cierto que mi relación con Pedro de Paz se limita a esos comentarios que ambos intercambiamos en blogs, facebooks y zarandajas por el estilo, no lo es menos que esta suerte de comunicación tecnificada termina por crear extraños vínculos, alejados que no distantes, con los que se consigue afianzar unos lazos fuertes y afectuosos, y por ello, sin más ni más, así, a las claras, puedo decir que Pedro de Paz me cae simpático.
No sé. Quizás sea por esa exacerbada intransigencia suya a la impostura y la petulancia; quizás, por ese descarnado sentido del humor que parece poseer, socarrón y mal encarado, o, quizás, por ese carácter peleón y embravecido que me ha parecido entrever en sus intervenciones blogueras, que le empuja —creo yo—, a soslayar tibiezas y cortapisas y escarnecer, en prosa, a aquellos que maltratan o contravienen lo que él considera justo o por lo que se siente especialmente concernido; esa forma de ser tan española, tan corajuda como olvidada, que incita a defender lo ajeno a costa de lo propio, aunque ello suponga un escarmiento, un mal “direte” o un guantazo.
Y es ese carácter suyo —o al menos así he creído verlo—, lo que Pedro ha volcado en su obra “El hombre que mató a Durruti”, galardonada con el premio José Saramago allá por el año 2003, y que ahora, para fortuna de sus lectores, la editorial Aladena ha tenido a bien reeditar.
En su novela, Pedro de Paz desgrana las investigaciones encaminadas a descubrir qué y quiénes se ocultan tras la muerte de Buenaventura Durruti, dirigente anarcosindicalista y miembro de las milicias republicanas fallecido en Madrid, en noviembre de 1936, durante una pretendida refriega en el frente de la ciudad universitaria de Madrid. Para tan magna tarea se designará al comandante Fernández Durán y al teniente Alcázar, quienes, como el mismo Pedro de Paz confiesa, no son más que meros trasuntos de los famosos protagonistas de las novelas de Conan Doyle, del que se confiesa ferviente admirador. Así, el honesto y entregado Fernández Durán, comandante del ejército republicano y antiguo policía, asumirá el papel de Sherlock Holmes, mientras que Alcázar, un avispado teniente con aureola de conseguidor, representará el de Watson.
En la obra, por medio de interrogatorios y las subsiguientes reflexiones sobre éstos, Pedro de Paz esboza las circunstancias que concurrieron durante la muerte de Durruti, los testimonios ofrecidos, las contradicciones detectadas y las inevitables hipótesis y suposiciones que surgen como consecuencia de lo anterior. Y todo ello lo hace con un admirable ritmo narrativo, sin alharacas ni estridencias, y con un lenguaje certero y atinado que consigue que el lector se aferre a la novela y no se desprenda de ella hasta haberla devorado.
La habilidad del autor es incuestionable. Todo lo importante está oculto, en un segundo plano que se entrevera de mentiras y conspiraciones, y ello permite que sea el lector quien idee nuevas teorías que hacen el caso aún más descabellado e inasible. Todos mienten, todos dicen la verdad, y al lector, que se cabrea y ofende, no le queda más remedio que volcarse cada vez más en la lectura.
Pedro no cae, además, en la tentación historicista y manipuladora, sino que presenta todas las bazas necesarias y las emplea en beneficio de la trama, sin centrarse en simpatías y reivindicaciones o hacer gala de lealtades partidistas. Ha reconocido, sin embargo, en varios medios, su admiración por Durruti y la coherencia que éste demostró durante toda su vida, pero no se empeña es mostrárnoslo como lo que no es, elevándolo a categoría de mito o parapetándolo tras falsas excusas, sino que también muestra sus bajezas y miserias, ciertamente abundantes en el personaje.
“El hombre que mató a Durruti” es, en suma, una novela admirable, rebosante de recursos y lecciones estilísticas, que ha conseguido reconciliarme con un género, el de la novela negra, del que hacía ya tiempo que había huido. Vaya por tanto, desde aquí, mi más sincero agradecimiento y más sentido homenaje.
Gracias, Pedro, por “El hombre que mató a Durruti”.



Para información sobre el autor, pulsad aquí.

viernes, 5 de noviembre de 2010

ILUSIONES




¡Puñetas! ¿Por qué me costará tanto esfuerzo escribir este tipo de entradas? Desconozco el motivo, pero, cada vez que lo intento, no sé, chico, es que no hay manera. Pese a mi abultada tendencia a la presunción y al autobombo (sí, así es, lo asumo), tal parece que las frases que necesito para una adecuada promoción requiriesen de la ayuda de un forceps, como si estuvieran aferradas al plumín (o al teclado que, para el caso, viene a ser lo mismo) y se negaran a plasmarse adecuadamente, con caracteres grandes, en negrita, bien visibles (¡como es debido, coñe!); así que me veo obligado a poner cuantas tonterías se me vienen a la cabeza y rogar porque el resultado de éstas no me sonroje en demasía.
Pero bueno, como los tragos dificultosos hay que soplarlos de golpe, allá voy, así, con un par, de sopetón y sin solución de continuidad (o como leches se diga eso):

DH EDICIONES, editorial de la que ya os he hablado en otras ocasiones, va a publicar un libro(pssst, no se puede desvelar aún, pero creo que saldrá a la venta el quince de noviembre) en el que siete autores glosan, a su manera, alguna de las canciones del músico barcelonés Shuarma, quien fuera líder de Los Elefantes. El título es "Su universo a través" y, por extraños avatares del destino, uno de mis relatos forma parte de él.
Por supuesto, huelga decir que estoy que no quepo en mí, altanero y feliz como se mostraría un pavo que se hallara henchido de gozo y chulería. Y a decir verdad, no es para menos.
La editorial ha hecho un trabajo espléndido, y yo he tenido la enorme suerte de colaborar con un grupo de escritores fantásticos, a los que admiro profundamente, y con un buen número de ilustradores que han sabido trazar, con evidente maestría, las imágenes que se ocultan tras los textos. El prologuista, además, como tendrán la oportunidad de comprobar aquellos que compren el libro,es excepcional
Entre todos, se ha creado un libro inusual, original y fabuloso; una suerte de exégesis literaria de la inimitable obra de Shuarma, que, sin duda, es uno de los mejores letristas del país.

aquí os dejo un enlace a la página de la editorial, donde también podréis ver otras publicaciones suyas. Más abajo, os dejo información sobre ésta que nos ocupa.

Para finalizar, y así abundar en el autobombo, me gustaría contaros una cosa más: uno de mis relatos, Teatro de difuntos, ha sido finalista en el certamen que Horror Hispano, el portal de terror y misterio, había convocado con motivo del día de Todos los santos. Vaya por tanto, desde aquí, mi más sincera enhorabuena a los ganadores y finalistas, y mi más profundo agradecimiento a cuantos hayan tenido que ver en tan afortunada decisión.
Hasta el momento, no se conoce cuál será el destino de esos diez relatos, pero me consta que hay ciertos movimientos para que una editorial de cierto renombre los edite en un libro conjunto. Por supuesto, así lo espero.


Muchas gracias por llegar hasta aquí.
Un abrazo fuerte.

Gervasio López





LANZAMIENTO DH EDICIONES
SU UNIVERSO A TRAVÉS
Varios Intérpretes
COLECCIÓN TINTA SONORA, 1 - Antología ilustrada
ISBN: 978-84-938301-1-3 - Edición Rústica 210x150 mm - 126 páginas
PVP 9,95€
(DH Ediciones donará el 25% de los beneficios de esta obra a Intermón Oxfam)
SIINOPSIIS::
Una imagen, un texto y, en origen, una canción.
Una canción, un texto y su ilustración.
Un sonido que inspira las palabras, unas palabras que proyectan trazos.
Un universo, el suyo, bajo otro prisma, el nuestro.
Unas historias, las que inventamos, que germinaron de otras historias; las que escuchamos.
Es Su Universo a través.
Inspirado en las composiciones de Shuarma.
A LA VENTA
A PARTIR DEL
15 DE NOVIEMBRE DE 2010
Periodista
LOS AUTORES::
Licenciada en Periodismo, Iria Suárez ha trabajado en medios de comunicación como Deporte
Campeón, La Opinión A Coruña o más recientemente como directora de contenidos de Novaxove.com. Actualmente gestiona el blog Lastrend y esta es su primera incursión en el mundo de la literatura.
David Amoedo Losada (Vigo, 1984). Coordinador y miembro fundador del Colectivo Fuck Comics. Colaborador del Despregable Fanzine, que edita la A.C. Embaixada Prusina. Colaborador del colectivo Xogo Descuberto. Colaborador en la web de juventud del grupo CaixaNova Novaxove.com. Responsable de Agitación y Propaganda de las Xuventudes Comunistas y del área de Xuventude de UI-EU de Vigo entre 2003 e 2005. Colaborador de la revista gallega de humor grafico Retranca.
Víctor Morata Cortado (Cartagena, 1977). Escritor murciano con predilección hacia la literatura de ficción y subgéneros en sus diferentes formatos. Ha sido galardonado en numerosas ocasiones, siendo uno de sus reconocimientos el del VII Premio de Relato Yoescribo.
www.mentecreativamente.blogspot.com
Senén Lozano López nació por casualidad, hace treinta y cuatro años, en Barcelona. Desde hace tres décadas reside en Vigo, aunque su imaginación se evade siempre que puede a Celeiros de Mariñao (mariña lucense). Escritor y redactor web, compagina estas facetas con el diseño de cubiertas de las publicaciones de DH Ediciones.
Francisco Iglesias Vieitez “Quisco” es pintor e ilustrador, y dirige una academia de arte en Vigo (Quisart – Avda. Portanet, 16 – Vigo).
Rafa Rubio García, nacido en Girona el 16 de Octubre de 1977 y residente en Blanes. Es co-autor de Imperfecta Simetría (2009) y ha colaborado en Su universo a través (2010), 11 (2008), así como en diferentes webs y revistas digitales e impresas.
Alejandro Grandío Noche. Informático e ilustrador, diseñador web y diseñador industrial en ciernes.
Javier Pellicer (Benigánim, Valencia). Atesora varias menciones, entre otras, ganador del I Certamen Cryptshow Festival o finalista en el concurso Monstruos de la Razón. Es colaborador literario en la web HHorror y en la revista Ilike magazine, donde publica por entregas su novela La Sombra de la Luna.
http://tierradebardos.blogspot.com/
Fany Carmona estudiante de último año de Grado Superior de Ilustración,hasta ahora se ha dedicado de forma esporádica a encargos particulares, como murales decorativos o retratos, pero le gustaría comenzar de manera más profesional en este mundo. Domina todo tipo de técnicas, tanto tradicionales como digitales, realizando obras con alto nivel de detalle en poco tiempo.
http://fanycarmona.blogspot.com/
Gervasio López es autor de Los crímenes de Avignon, novela publicada por Asociación cultural Doble Hache, y de varios relatos breves. Ha sido nombrado Autor del año 2009 y finalista del certamen Todos los Santos 2010, ambos convocados por la web H-Horror. Colabora asiduamente con la revista Brandlife, donde publica su columna Desde mi sillón.
Alejandro Santos ha trabajado abarcando diferentes aspectos del diseño gráfico o de lo creativo... Ilustraciones para prensa, maquetación de revistas, CDs multimedia, diseño de publicidad... Actualmente elabora la página web de un periódico económico mientras intenta hacerse un hueco como ilustrador.
http://www.alejandrosantos.es
Darío Vilas Couselo (Vigo, 10 de junio de 1979) es escritor, editor y redactor web. También ha ejercido de antologista con la revista bianual Horror Hispano, publicación surgida del éxito de su portal web www.h-horror.com. Ha participado como autor en varios libros de relatos, y también en revistas digitales y en papel.

www.dhediciones.com
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sábado, 30 de octubre de 2010

Otra reseña más de "Los crímenes de Avignon"


En este caso, el autor de la reseña es Víctor Morata Cortado, autor del fantástico blog "Mentecreativa", que os recomiendo encarecidamente que visitéis.

Muchas gracias, Víctor, de todo corazón.


Avignon, S.XIV; mientras una ola de crímenes asola a los miembros más importantes de la Iglesia Católica, un viejo monje cisterciense se esfuerza por acallar su conciencia ante las torturas que se ve obligado a cometer para proteger a sus superiores. Sólo su profunda fe le permitirá no rebasar la línea que le separa de la locura.





Las primeras páginas de este libro ya nos avisan en su prólogo de lo que vamos a encontrar en él, las palabras de Darío Vilas son concisas: «Gervasio es uno de esos autores que se pueden permitir el lujo de no contarnos nada, de coger una historia sin fondo, insustancial, y transferírnosla de una manera tan bella que no nos importe....» y ante esto he de decir que no podría estar más de acuerdo. La historia de esta novela es casi secundaria, un mero escenario sobre el que los actores pululan dejando huella y es que es así, los actores y la carga emocional que desprenden es la verdadera base de esta obra. Son ellos y no otros elementos los que dan fuerza e invitan a disfrutar de la lectura. La historia de fondo es como un lienzo sobre el que se van dando crudas pinceladas de la realidad que un día fue. De un modo asombroso, el lector apenas sí logra apercibirse del argumento (que lo hay, sin duda), pues la carga dramática de la intrahistoria de los personajes, de sus pensamientos y de la época en la que se desarrollan los hechos tiene tanta fuerza que desborda y sobreimprime el resto.


Gervasio López demuestra en esta novela su talento para sacar lo peor del alma humana y transformarlo en una prosa tan desgarradora que oprime el pecho y revuelve las tripas. Hay pasajes de Los Crímenes de Avignon que te obligan a mirar para otro lado, a desear no haber leído lo que posiblemente deje en ti el poso de futuras pesadillas; es aquí donde Gervasio demuestra ser todo un maestro en la creación de imágenes literarias, eso sí, muy cercanas al gore. Es este hecho el que determina como certera la decisión de los editores de elegir la obra como su ópera prima dentro de la colección de novela de autores emblema del Horror Hispano bajo el sello de la Asociación Cultural Doble Hache.


Además de lo mencionado, cabe destacar un punto a favor de la novela y es que el carácter impreso en sus personajes impide ser subjetivo, sino todo lo contrario. Ninguno de sus protagonistas goza del favor del escritor y Gervasio los ofrece tal y como son, con su propia inercia, con sus reflexiones y pensamientos no contaminados por los del autor. En este juego de personalidades enfrentadas, llegamos a odiar al protagonista y amar al antagonista, pero también al contrario; tanto a ellos como sus actos y las respectivas doctrinas a que a ambos mueve. Gervasio pone sobre la mesa todas las cartas boca arriba para que el lector saque sus propias conclusiones; no sobre la trama, sino sobre esos años de la Historia en los que el Santo Oficio era palabra y ley. Para terminar cabe decir que es un libro de lectura ágil; sus 122 páginas no pesan, salvo en el alma. Las tremendas imágenes que crea Gervasio pueden herir ciertamente la sensibilidad del lector, lo que hace que acabar su lectura suponga un doble alivio: el de haber disfrutado de un buen rato y el de acabar con el sufrimiento y la crueldad que rezuman sus páginas.






Disponible también en Shvoong:



sábado, 23 de octubre de 2010

¿Quién será esta vez?

Hacía tiempo que no colgaba un relatillo, así que he decidido enmendarme.
Espero que os guste (por decirlo de alguna manera).


¿Quién será esta vez? ¿Cuánto tiempo habrá de transcurrir hasta que mi ira se desencadene? ¿Cuánta gente sufrirá las consecuencias de ello?

No lo sé, pero si de algo estoy seguro es de que sucederá, y alguien, cualquiera, lo pagará con su vida.

Hoy vuelvo a sentirme confuso. Me encuentro acechado, casi asediado, y todo lo que tengo alrededor se me antoja peligroso. Nada me resulta familiar ni conocido, y mi cuerpo, tembloroso y febril, reacciona con brusquedad ante cada uno de los estímulos que recibe.
Aún recuerdo lo que ocurrió la última vez que me encontré así, cuando cualquiera de las personas que se cruzaba en mi camino se volvía muy apetecible a mis ojos. Entonces, un sudor incipiente comenzaba a humedecer mi cuerpo; pequeños escalofríos recorrían mi nuca, exacerbando mis instintos, aumentando mi furia…
Aquel día, simplemente, le tocó a él. Pasaba por allí en el momento equivocado. Nada más.
Las turbias imágenes que siempre abotargan mi mente eran entonces demasiado aterradoras, y yo, incapaz de soportar por más tiempo el daño que me ocasionaban, no pude contenerme.
¡Lo intenté! ¡Vive Dios que lo intenté! Pero no pude.
El influjo del horror es demasiado grande como para obviarlo, y mi valor, por desgracia, demasiado escaso.
No sé; quizás no sea tanto ese influjo como el hecho de que mi naturaleza me empuja a ello; quizás no se deba a que mi mente esté ahora enferma y sí, por el contrario, a que siempre he sido así.
Tal vez. Quien sabe.
A decir verdad, siempre me he sentido atraído por la violencia, por esa sensación casi orgiástica que me invade al contemplar cómo los ojos de mis víctimas se tiñen de brumas, cómo su sangre ensucia mi cuerpo.
Ya desde pequeño, aún siendo un niño, lo sentía; cuando golpeaba a mis amigos y los estrujaba entre mis brazos, cuando los insultaba, cuando les escupía…
Pero hoy, sin embargo, es distinto. Hoy…es desmedido.
Recuerdo que me acerqué a él. Fue muy fácil; caminaba distraído y no se dio cuenta de nada; quizás estuviera pensando en la cena que disfrutaría al llegar a su casa; quizás pensara en sus hijos, a los que pronto besaría…
¡Bufff! Es duro, ya lo sé.
Le golpeé. Hundí el martillo en su cabeza una y otra vez, de un modo frenético, compulsivo, casi histérico. La sangre afluía con violencia; primero, como una erupción, un vómito brusco o un chorro repentino; después, cuando la herida era ya muy grande, a borbotones, algo entorpecidos por el cabello.
Al verlo, cerré los ojos por unos segundos. Quería disfrutar aquel instante tan excelso.
Cuando los abrí de nuevo y lo miré, la sangre que brotaba de su cabeza, densa, casi gorda, avanzaba a paso lento hasta el sumidero.
No sé por qué, pues nunca lo había hecho hasta ese momento, pero algo me incitó a ello.
Al ver aquel charco bermellón, brillante, casi untuoso, se despertó en mí un apetito…hummm, ¿cómo diríamos?...¡goloso! ¡Sí! Goloso es la palabra.
Extendí entonces la mano y hundí mis dedos en aquel líquido tibio. Luego los contemplé, empapados de una vida huidiza y derrotada…y los lamí con avidez.
¡Ahhh! ¡Me gustó!
No sé. Quizás sea un paso más del proceso, cuando ya sólo importa la muerte; cuando sólo mi hambre es la protagonista.
Sea como fuere, hoy vuelvo a sentirme así. Y ya no hay vuelta atrás.

Ahora te miro.
Lees en el ordenador, ajeno a cuanto te rodea, pensando que estas frases no son más que eso: pequeños trazos enlutados que alguien ha escrito con mayor o menor acierto.
¡Ja!
¡Espera! ¡No te des la vuelta! ¡Ya estoy aquí!

jueves, 14 de octubre de 2010

"La casa de las sombras"


LA CASA DE LAS SOMBRAS


Dh Ediciones, la nueva editorial creada por Darío Vilas y Senén Lozano, administradores y creadores de la página web Horror Hispano, acaba de publicar “La casa de las sombras”, de Juan Ángel Laguna Edroso, conocido por su fantástica labor como director de Ocio Zero y editor de Calabazas en el trastero.
Dicen los que de LITERATURA —así, en mayúsculas, para que se note el respeto que siento hacia ella— saben algo, que escribir no es más que contar una historia, recrear el ambiente en el que ésta se desarrolla y presentar a unos personajes que han de interactuar entre ellos. Pues bien, semejante tarea, que de tan prosaica como suena parece harto sencilla, es, como bien sabrán los que esto lean, sumamente complicada. Juan Laguna, sin embargo, lo hace de forma envidiable.
“La casa de las sombras” es una novela —cortita, eso sí, para mi pesar— excepcional, bellamente escrita, intrigante y, en ocasiones, hasta desasosegante, y en ella, el autor ha conseguido crear un aterrador mundo de incertidumbres e inquietudes, de venganzas postergadas y casas enloquecidas, de monstruos y malvados, que consigue atrapar al lector de una forma insoslayable.
Tal vez sea por la prosa empleada —en ocasiones, densa y prolija; otras veces, pizpireta y veloz—; tal vez, por la forma de hilvanar los capítulos, como historias en sí mismos capaces de aportar, a un tiempo, información y misterio, respuestas e interrogantes, tensión y sosiego, o, tal vez, por ese mosaico espeluznante de personajes y de vidas subyugadas que tan fielmente ha sabido bosquejar, en el que el lector no sabe quién es el dominador y quién la víctima, hasta que, finalmente, la pluma ágil y desenvuelta de Juan Ángel decide descubrirlo.
En cualquier caso, sea por el motivo que sea, el resultado es sobrecogedor, y la lectura de “La casa de las sombras” se vuelve un ejercicio entusiasta y extenuante, pues uno ansía aprehender hasta el más ínfimo detalle de la trama y así dejarse llevar por las horribles vicisitudes que sufren los personajes.
El recorrido por las páginas se convierte en una locura. Yo he llegado a sentir empatía por uno seres malvados, siniestros, hasta diabólicos, y lo he hecho sin mesura ni sentido, comprendiendo las circunstancias que les han llevado a comportarse como tal. Sabía, por supuesto, que no debía hacerlo, pues son malos, la piedad no existe en ellos, su bondad es un imposible…Sin embargo, a fuerza de atractivo y personalidad, consiguieron seducirme.
Bastó con el primer capítulo, y en los siguientes, en una extraña pirueta —desconozco si casual o intencionada— con la que el autor transita de forma alternativa entre la primera y la tercera persona, la tensión necesaria para una lectura voraz se apoderó de mí.
Con el uso de la tercera persona, Juan Laguna facilita la acción y el entretenimiento; con la primera, a modo de dramáticas confesiones, desvela las claves suficientes para incrementar el desasosiego, y siempre, como una losa que gravite sobre el lector, favorece la inquietud que procura un nombre prohibido.
“La casa de las sombras” es, en suma, una novela extraordinaria —¡Dios, cuántas frases me hubiera ahorrado de haber empezado así!—, y Juan Ángel Laguna Edroso, a partir de ahora, uno de mis escritores indispensables.
Vaya por tanto, para él, mi felicitación y agradecimiento más profundo, y vaya por tanto, como no podría ser de otro modo, mi profunda admiración hacia DH Ediciones, quienes, sin ningún tipo de ayuda, han conseguido crear un proyecto tan ilusionante como necesario.

LA CASA DE LAS SOMBRAS
JUAN ÁNGEL LAGUNA EDROSO
COLECCIÓN ÚLTIMO ESCALÓN, 1 - Novela
ISBN: 978-84-614-3365-0
Edición Rústica 190x120 mm
PVP 7,95€
Más información y primer capítulo de la novela en http://www.dhediciones.com/



viernes, 1 de octubre de 2010

DH Ediciones


Pocos acontecimientos han de celebrarse tanto por el escritor como el nacimiento de una nueva editorial. Pero si ésta nace con una clara convicción de ayuda, de abrir nuevos caminos, de transgredir y airear lo existente o de facilitar la aparición de nuevos valores literarios, la ocasión es de esas de las que todos hemos de congratularnos, arrimar el hombro y apoyar en todo cuanto podamos.

El esfuerzo que los creadores de Horror Hispano y Doble hache han venido realizando durante año y medio, mes arriba, mes abajo, ha dado al fin el resultado esperado; sus desvelos, las horas empleadas, los malos momentos han devenido en la creación de DH Ediciones, una joven e ilusionante empresa con la que van a dar el imprescindible empujón que este mundo editorial español tanto viene necesitando.

DH Ediciones retomará colecciones emblemáticas, facilitará el acceso a la literatura por mor de los bajos precios que pretende manejar y propiciará que nuevos autores, repletos de ilusiones y rechazos anteriores, vean, finalmente, su sueño realizado.

Hoy, 1 de octubre, sale a la venta su primera novela, "La casa de las sombras", del prometedor escritor Juan Laguna Edroso; la siguiente, "Sopa de sapos", una selección de relatos de terror y misterio, iniciará su andadura el 5 de octubre.

Tan solo espero que ambas les faciliten el éxito que todos ellos merecen.

Si todos nosotros ayudamos un poco, será mucho más fácil.


http://www.dhediciones.com/


http://www.dhediciones.com/images/dossier_pdf/dossier_casa_de_las_sombras.pdf


http://www.dhediciones.com/images/dossier_pdf/dossier_sopa_de_sapos.pdf




jueves, 30 de septiembre de 2010

Reseña de "Los crímenes de Avignon"

Aquí os dejo una reseña que Elena Montagud ha hecho de "Los crímenes de Avignon". Como ya he dicho en ocasiones anteriores, y pese a reconocer como inmerecidos los halagos recibidos, Elena, una y mil veces, muchas gracias.
http://www.h-horror.com/Other/libros/pdf%20libros%20h-horror/crimenes_avignon.pdf

jueves, 23 de septiembre de 2010

De torturas y pestes

Aquí os dejo el enlace a un relato publicado en la página de Horror Hispano. Espero que os guste, aunque es un poquillo bestia.
http://www.h-horror.com/Relatos/Relatos%20pdf/de_torturas_y_pestes.pdf

domingo, 5 de septiembre de 2010

Javier Pellicer: siempre amable.

Sí, ya lo sé. He tenido el blog muy olvidado, pero lo cierto es que no estaba demasiado animado para este tema de la literatura. Se daban bastantes circunstancias para ello, así que sería demasiado prolijo explicarlo; además, no quiero aburriros en exceso. Últimamente, sin embargo, he estado más activo. He recuperado la ilusión, he vuelto a escribir -ya hay varios relatos que dan buena muestra de ello- y he retomado una nueva novela que me tenía bastante loco, así que todo parece ir bien.
Javier Pellicer ha tenido, además, un gesto que he agradecido mucho. Como muchos de vosotros sabréis, Javier es colaborador habitual de Ilike magacine, donde publica, por entregas, su novela "La sombra de la luna", una historia apasionante en la que demuestra su enorme talento literario -os recomiendo, encarecidamente, su lectura-. También le han encargado la realización de entrevistas y reseñas literarias, y, para mi sospresa, la última de éstas la ha dedicado a "Los crímenes de Avignon".
Ha sido un regalo para mí, algo inesperado y sorprendente que me ha hecho esbozar una sonrisa y llenar el pecho de orgullo. Algo que, sinceramente, le agradezco de corazón.
A continuación, os dejo el enlace donde podéis descargaros la revista. Merece la pena, os lo aseguro -no por mi aparición, eh, sino por las entrevistas, los contenidos musicales y la novela de Javier-.
Aquí os lo dejo.
http://www.ilikemagazine.com/descargas/revista/ilikemagazine_numero10.zip
Nos vemos.

viernes, 25 de junio de 2010

Presentación de "Los crímenes de Avignon"











Fue en Vigo, el 18 de junio, en un edificio majestuoso cuya historia alguien debiera contar. Fue, os lo aseguro, la consecución de un sueño.







viernes, 11 de junio de 2010

"Los crímenes de Avignon" (extracto)


Siguiendo los consejos de Blanca...

Los Crímenes de Avignon




INTRODUCCIÓN


Años atrás, cuando su mente aún no se había visto teñida por demonios o maldades, cuando sólo era un artista prometedor, sus manos parecían las de una dama: finas, con las uñas limpias y bien recortadas y la piel blancuzca y muy tersa. Hoy, sin embargo, sus dedos eran huesudos y tortuosos, como sarmientos erráticos, herederos de un sol esquivo e inalcanzable, y su piel, antaño tan clara, tan suave, ahora se veía resquebrajada por la aridez de la piedra y la dureza del buril.
Pese a ello, no le importaba.
Lo único que contaba era lo que podía conseguir con ellas, la perfección de las obras y la vida que parecía brotar de sus pequeñas esculturas.
Y aquella era, sin duda, la mejor.
Tal parecía que estuviese acariciando aquella pequeña loseta de alabastro, fría y brillante como una estrella, y al menos tan bella. Golpeaba el buril con suavidad, temeroso de quebrar aquella pátina oscura que tanto le gustaba trabajar, y con cada golpe, con cada pequeña incisión, la figura iba cobrando vida, como si una fuerza superior le insuflase un aliento divino o le propinase un azote que le hiciera trasponer ese umbral que es el nacimiento.
Plic, plic, plic…
Pequeños fragmentos de color negro iridiscente moteaban la mesa de trabajo. Tal vez, más tarde los machacase y moliera para emplearlos en alguno de sus cuadros. Tal vez los desechara, como acostumbraban a hacer con las vidas ajenas aquellos a los que obedecía. Pero eso lo decidiría más tarde, cuando la escultura estuviese rematada y la Hermandad tuviese al fin su obra más deseada. Sí. Finalmente la tendrían. Él lo haría posible, tallando un ominoso bajorrelieve en el que se reflejara todo el daño, todo el horror que éstos podían producir.
Plic, plic, plic…
La figura ya se podía ver con claridad. Era una obra maestra, sin duda, pero había que estar loco para contemplarla sin notar una profunda repulsión. En aquella negrura pétrea parecía habitar el mismísimo demonio, semioculto en su interior; aguardando a que el talento del escultor se volcara sobre la piedra que lo envolvía y así lo librara del presidio en el que se hallaba. Maldad en estado puro, librándose de las escorias que lo constreñían para mostrarse en su inicuo esplendor.
La silueta sobresalía apenas un par de milímetros, casi como una tumefacción o una erupción cutánea; el protagonista yacía en el suelo, con el rostro vuelto hacia su verdugo, y su espalda, descarnada por las cuchilladas que éste le asestaba, parecía encresparse por el dolor.
Plic, clic, clic. Unos golpecitos más; otra cuchillada despellejando aquella espalda desnuda.

Absorto en su obra, el escultor parecía obnubilado por aquellas pequeñas escarificaciones que el punzón dejaba a su paso. Una sonrisa enloquecida asomaba a sus labios, húmedos de pasión y frenesí, y sus ojos, desmedidos, casi histéricos, se clavaban con fijeza en la loseta, encarcelados por un influjo creador que no les permitía escapar. Para él no había más mundo que la piedra que mellaba a golpecitos; nada más importante que aquello, nada más embriagador ni absorbente; tan solo piedra negra, surcos escarbados de crueldad que recreaban los rasgos de la muerte o el horror, rostros descompuestos, lágrimas de pena y sangre oscura, contagiada por el polvo de alabastro.
La obra sublime de una mente genial; la obra sublime de un hombre enloquecido



Avignon, 14 de enero de 1358

La celda era muy oscura, casi negra, y estaba formada por gruesas paredes de piedra rebosantes de humedad. Un buen número de manchas las teñían de ocres y parduscos, pero apenas se vislumbraban entre las tinieblas. El pobre anciano, tumbado sobre un viejo jergón moteado de rotos y costurones, temblaba como un junco doblegado por el viento, aterido por el frío y el temor. Su muerte estaba muy cerca; apenas un leve hálito animaba sus pulmones, pero aún se mantenía con vida.
Su cuerpo, delgado y largo como un huso, no estaba en condiciones de soportar por más tiempo las torturas a las que era asiduamente sometido; sin embargo, su fortaleza de espíritu, su férrea voluntad y su gran amor por Dios le habían permitido aguantar con estoicismo tanto dolor. La resistencia que demostraba mantenía perplejos a sus raptores. Jamás habían presenciado tal proeza, tanta fuerza, pero al fin tendría que llegar lo inevitable.
Su mente se hallaba muy lejos de allí, en un lugar donde el horror no tenía cobijo; en un lugar sin paredes negras. Tal vez estuviera recluida en la vieja abadía que tanto añoraba, donde se sentía fuerte y protegido, rodeado por seres queridos que lo cuidaban y lo apartaban de las penas y el dolor. Aquella abadía…
Sí. Si en algún lugar se encontraba a gusto, éste era el monasterio…
Aún podía ver con claridad las nutridas huertas que cultivaba junto a sus hermanos, ahítas de tierra negra y agua, donde vertía su esmero en las hortalizas y los frutales; la legendaria biblioteca, su estancia preferida, donde se acumulaba toda la sabiduría del hombre, o su vieja habitación, austera pero acogedora, donde nada le era ajeno y siempre se encontraba tan cerca de Dios.
Aquella vieja abadía era su vida; lo había sido durante más de sesenta años, desde que, siendo casi un niño, y para goce suyo y de su familia, había ingresado en la orden. Allí se había hecho un hombre, se había labrado un nombre —un buen nombre—, y había alcanzado el éxito. Allí, en aquella abadía, había sido feliz.
¡Dios, qué recuerdos!
Tal vez, en esos recuerdos encontrase el necesario consuelo ante la muerte. Tal vez. Pero, por desgracia para él, eran tan solo recuerdos.
Al cabo de unos segundos, rompiendo el opresivo silencio de la noche, un prolongado crujido sobresaltó al anciano. Sin moverse de su catre, entreabrió los ojos para observar a los hombres que en ese momento se aproximaban a él.
A pocos metros de distancia, ensoberbecidos y arrogantes, sus enemigos lo contemplaban.
—Buenas noches, Santo varón —saludó con sorna uno de los visitantes, un hombre tocado con una larga túnica marrón ricamente brocada, por la que se adivinaba su elevada posición social.
—Regresáis como las hienas, señor, aproximándoos a vuestras víctimas durante la noche —sentenció el anciano, incorporándose lenta y pesadamente del catre hasta situarse frente a sus captores—. ¿Sois vos, señor Conde, quien así se cierne sobre su cautivo?
De pie, inmóvil en mitad de la estancia, con el cuerpo tan lacerado que difícilmente conseguía mantenerse erguido, el anciano vio cómo el rico caballero se aproximaba hasta él.
—El día del juicio ha llegado para vos, anciano, así que déjese de monsergas. Si el escaso discernimiento os lleva a persistir en vuestra negativa a reconocer los mandamientos de la Hermandad, y así renegar de Roma, estaré encantado de presenciar el estertor final de su Ilustrísima —amenazó con una voz grave y profunda el Conde, alzándose sumamente erguido delante del anciano.
—Renegad de vuestras creencias; abjurad de ellas y nos ahorraremos la triste visión de la tortura —dijo, acariciándose un enorme solitario de oro que refulgía en la tenebrosa oscuridad de la celda.
—En vano insistís, Excelencia. Si el Altísimo ha puesto esta prueba de fe en mi camino, gustoso estaré de aceptarla, aunque ello suponga mi muerte. Jamás conseguiréis que renuncie a Dios.
El anciano mostraba un coraje extraordinario; la proximidad de la muerte parecía no hacer mella en él, y el dolor de la tortura se le antojaba un mal insoslayable que debía soportar con la mayor de las enterezas.
—Si ese es su deseo, sea pues, Pater. Será un placer presenciar vuestra agonía. Llevadlo a la cámara —ordenó a los hombres que lo acompañaban—, y seamos testigos de la muerte de un cristiano.
Los dos hombres que acompañaban al Conde agarraron al anciano por los brazos y lo obligaron a caminar a base de empellones.
Minutos después, comenzaría la tortura.


(Continuará…si ustedes lo desean)

domingo, 6 de junio de 2010

Los crímenes de Avignon

¡Ya está aquí! ¡Al fin ha llegado!
El próximo 18 de junio, en la sala da Xuventude del Ayuntamiento de Vigo, se celebrará la presentación de "Los crímenes de Avignon", publicada por Doble Hache. Aún no me lo creo, pero ya es realidad; sólo tengo que acostumbrarme a ello.
Me encantaría que estuvieseis allí, acompañándome en ese momento tan importante; sinceramente, os echaré de menos. Siento que vosotros, de quienes he aprendido tanto, sois también artífices de esta novela. Muchas gracias por vuestro apoyo; muchas gracias por vuestra amistad.

A continuación, os dejo un enlace en el que se pude ver la portada y las características de la publicación; pulsando sobre el título, podréis ver el dossier de venta. Espero que os guste.
El diseño es obra del dibujante Francisco Iglesias Vieitez, Quisco, uno de los colaboradores habituales de Horror Hispano y, como veis, un artista genial.
http://www.doblehache.org/Catalogo/coleccion%20novela.html

Si alguno de vosotros desea adquirirla, no tiene más que seguir ese enlace.
En próximas entradas, os iré mostrando alguna de las apariciones en prensa que la publicación ha ido motivando.
Muchas gracias y un abrazo. Sin vosotros, no hubiese sido posible.

lunes, 24 de mayo de 2010

Un gran regalo




La entrevista la ha hecho Javier Pellicer, el autor del blog "Tierra de bardos"; la caricatura, una obra maestra, es de Pablo Pino, el genial ilustrador que "decora" las colaboraciones de Javier en la revista Ilike magazine. Ambos me han hecho un gran regalo.
http://www.ilikemagazine.com/descargas/revista/ilikemagazine_numero7.zip

Sus blogs son:
http://pino-caricaturas.blogspot.com/
http://tierradebardos.blogspot.com/

sábado, 17 de abril de 2010

Un premio inmerecido



El 14 de abril de 2009, casi en los albores de mis incursiones literarias, un pequeño grupo de amigos, haciendo gala de un idealismo impenitente y admirable, crearon la página web Horror Hispano. Juntos, animados por un ferviente entusiasmo por la literatura, iniciaron una andadura cuajada de incógnitas en la que perseguían un sueño: convertirse en un referente, en una casa común, para todos aquellos que sienten el terror y misterio como algo muy cercano; para todos aquellos que resumen sus desvelos en unas pocas frases rebosantes de inquietud, de congoja, incluso de horror, para disfrute de cuantos se apresten a leer sus historias.

El desafío era, por supuesto, muy importante. Ansiaban implantar una publicación periódica —en principio, un fanzine—, en la que dar salida al elevado número de escritores noveles que, pese a su talento, siempre se hallan huérfanos de editor; ansiaban unir esfuerzos, despertar conciencias y crear temores literarios; dar cobijo editorial a los que, como yo, tan solo podían soñar con ver sus textos plasmados en papel; ansiaban, en suma, convertirse en una salida para los desprovistos de respaldo.


Hoy, un año después, han conseguido fidelizar a un buen número de lectores, han publicado dos selecciones de relatos, amén de los muchos que han colgado en la página, y han sentado las bases para erigirse en la más importante de las páginas de literatura de terror de nuestro país. En próximas fechas, además, sacarán a la venta una importantísima selección de cuentos, ya muy esperada por los aficionados al género, y, para cerrar el círculo, han creado la Asociación Doble Hache, fragua de un sinfín de proyectos literarios que, sin duda, darán mucho que hablar en el futuro.

Ha sido éste un año de éxitos, de sueños cumplidos e ilusiones satisfechas, un año de días inolvidables, en el que se han cimentado los logros que vendrán, y que, una vez transcurrido, les ha servido para hacer balance.

Para ello, para testar, en cierto modo, los gustos de los asiduos a su página, los creadores de Horror Hispano concibieron una especia de encuesta, una consulta a los lectores, en la que se les pedía que seleccionaran a los más destacados del año.

El 15 de Abril hicieron públicos los resultados, y mi sorpresa fue mayúscula.

Tras las votaciones, resulté elegido “Autor del año”.

Sí, ya sé que es sorprendente, pero así es, “autor del año”. Y estoy que no quepo en mí.

Por eso me gustaría aprovechar estas líneas para expresar mi gratitud, para explicar la emoción sentida, pero lo cierto es que me cuesta mucho. Nunca he sido capaz de mostrar mis sentimientos de forma abierta y clara, y por ello sólo diré: muchas gracias.

Muchas gracias a todos aquellos que lo han hecho posible, a todos aquellos que me han leído, a los que me han acompañado y a cuantos han perdido una parte de su tiempo para compartirlo con mis textos. Sois vosotros los que me habéis ayudado a lograrlo, así que, de todo corazón, muchas gracias.

Junto a mí, otros compañeros han recibido el favor de los lectores:

Rafa Guerrero, por su fantástico “Las ratas”, elegido mejor relato del año,
Crocop, por una terrorífica y crudísima microbiografía,
Rafael Pérez, por una estupenda definición de Horror Hispano, y
Manuel Loureiro, por Apocalipsis z: los días oscuros, considerado el mejor libro de Horror del año.

Jaume Balaguero y su conocidísima REC 2 han sido elegidos, además, mejor director y mejor película.

Así que ya veis; para mí, es un auténtico honor formar parte de este cartel, y por tanto, MUCHÍSIMAS GRACIAS.

Para Darío, en especial, por todo lo hecho.

domingo, 14 de marzo de 2010

Mi abuelo, el contador de historias







El abuelo se había ido como por ensalmo, sin apenas decir un ay o un adiós, expeliendo su último aliento con la parsimonia o la quietud de aquel que se va en paz. Su rostro se había vuelto cadavérico, macilento y exangüe, como esas gárgolas marmóreas que observan al viandante desde el privilegio de las alturas, de ojos ocultos, arrebujados tras unos parpados gruesos de vejez. Y sin embargo, aún mantenía aquella expresión de placidez que yo siempre recordaba.

Era el abuelo un hombre recio, firme como una piedra y quizás tan tosco como ella, aunque ferviente cristiano y blandengue de interior. Había sido, además, un magnífico orador, un espléndido charlatán, muy dado a largas peroratas y discursos rebosantes de un idioma goloso, acaparador, que parecía querer aprehender hasta el último de los detalles y regurgitarlo en forma de verbo florido o ripio más o menos afortunado.

Al abuelo le encantaba contar historias. Tras haberse deslomado en los campos, hollando una tierra escasamente fértil que no le daba más que disgustos, y después de haberse aseado adecuadamente, solía dirigirse a la taberna del pueblo, apenas un garaje de cales desconchadas y humedecidas, donde se reunían los cuatro o cinco viejos que por aquel entonces quedaban en el pueblo. Allí fumaban unos cigarros gordezuelos, muy toscos, que parecían cosidos a sus labios, como desafiantes de una gravedad quizás ausente y plenos de hebras negruzcas y mal prensadas que exhalaban un humo denso, blanquecino, que terminaba por acumularse bajo la techumbre. Al mismo tiempo, para paliar la sequedad que les amargaba el velo del paladar, los del pueblo vaciaban pequeñas jarras de un vino espeso, abundante de posos violáceos, que Fermín, el posadero, perpetraba en unas barricas contaminadas de podredumbre. Durante la fermentación, Fermín solía verter en las cubas gruesos trozos de tocino, rancios y amarillentos, que proporcionaban al caldo una textura untuosa, un cuerpo sabroso, muy apreciado por sus vecinos.

El ambiente en la taberna era cordial, casi familiar, y allí, entre volutas rizadas y olorosas, y regustos dulzones y engrasados, mi abuelo contaba sus historias, sustitutas de una radio aburrida o una televisión inexistente. Se acodaba en el mostrador de madera, junto al frigorífico donde yacían las Coca colas, miraba a su reducido auditorio —cada vez más reducido—, expelía una bocanada suave y comenzaba a hablar, manoseando sin cesar una estilográfica de laca raída, que siempre lo había acompañado.

Eran narraciones extensas, casi todas sin final, que musitaba con aquella voz grave, maltrecha de toses y esputos, que parecía provocarle un intenso dolor. Acostumbraba a comenzarlas por la mitad, como si los orígenes no tuviesen importancia, por lejanos, y profería extensos circunloquios, a veces muy desorientados, hasta que se aproximaba a la conclusión. Una vez llegado a ese punto, se callaba, bebía un trago de aquel vino denso y azulado, y murmuraba: “el final no importa; es triste, como siempre, y nosotros ya somos viejos”.

Entonces, sus amigos sonreían. — ¿Cuándo contarás el final? —preguntaban, a pesar de conocer la respuesta—. ¿Para qué? —contestaba él—. Ya os he dicho que es triste, y si no os lo cuento, tal vez podáis imaginar vosotros uno distinto. —Entonces sonreían todos, vaciaban las jarras de golpe y se marchaban para casa, sin necesidad de despedirse.

Y así seguían, día tras día, en una ceremonia cotidiana que los aliviaba de los pesares de la soledad, de esa soledad impuesta por un progreso absurdo e imparable, que terminaría por dejar el pueblo vacío. Y así día tras día, entre largas jornadas de cava y de siega, entreveradas por aquellos gratos momentos de asueto en los que las historias se convertían en protagonista; y así día tras día, entre amigos ya ancianos, gregarios de un hombre al que le gustaba hablar, que ya habían renunciado a conocer aquellos finales tristes.

Hasta que se fueron muriendo.

Uno tras otro, vencidos por una vida bien vivida, sucumbían a los años, mientras sus amigos, cada vez menos, cada vez más viejos, continuaban reuniéndose en aquella taberna de pueblo para escuchar a mi abuelo, para fumar aquellos cigarros gordezuelos y beber aquel vino untuoso y azulón. Quizás la imaginación de éstos también sucumbiera, y aquellos finales tristes, ignorados por el narrador, no se vieran sustituidos por otros más felices. Quizás, la esperanza también acababa falleciendo.

Finalmente, sólo quedó mi abuelo, en un pueblo vacío, lleno de recuerdos. Y su voz, maltrecha de toses y esputos, se fue apagando, huérfana de historias y de público; huérfana de amigos. Hasta que también él sucumbió. Tal vez, le hubiese llegado la hora; tal vez, sin amigos, sin historias, sólo con finales tristes, no tenía sentido vivir.

Acurrucado en el féretro, mi abuelo descansaba. Entre sus dedos nudosos, sinuosos de artritis, bajo la bóveda esquelética que formaban, se ocultaba aquella estilográfica, de laca raída y desconchada, que tantas veces había sido testigo de finales por decir.

Tal vez, ella pudiera susurrarme aquellos finales felices, tantas veces imaginados por los amigos de mi abuelo. Tal vez, pudiera susurrarme alguna historia.

sábado, 13 de febrero de 2010

Agradecimiento, homenaje y autobombo

No quisiera comenzar esta entrada sin antes disculparme por el triste abandono que este blog ha sufrido, pero un sinfín de circunstancias me han obligado a permanecer apartado de él. Sin embargo, hoy no he podido sustraerme a mis necesidades cibernéticas —¡qué raro suena eso—, así que aquí estoy.

Lo siguiente, es a modo de agradecimiento, homenaje y autobombo —disculpadme lo del autobombo, pero necesito contarlo—, y quiero compartirlo con todos vosotros.

Hace escasas horas, el autor de “el alma impresa”, Sergio G. Ros, ha colgado en su fantástico blog una selección de escritores que ha denominado “Generación XXI”, y dado que es hombre de gran criterio, exquisito gusto literario y sumamente dotado para reconocer el talento allá donde lo viera, ha decidido, como no podía ser de otro modo, incluir a un servidor en dicha relación —Je,je, ya dije que era autobombo, así que ahora no os sorprendáis, ¡coñe! —.

Lo cierto es que su iniciativa, a pesar del buen rollete que hay entre blogueros, me sorprendió muchísimo —sobretodo que me hiciese partícipe de ella—, pero hoy, cuando vi mi nombre junto al de tantos amigos, me sentí realmente orgulloso. Sergio es un hombre desprendido, generoso y benévolo —al menos eso capto yo en sus intervenciones—, y el exquisito trato que siempre muestra con sus compañeros de red está adquiriendo proporciones colosales. Iniciativas como ésta ensalzan a quien las emprende, y yo no puedo más que enorgullecerme por formar parte de sus amigos de bitácora. Vaya por tanto, desde aquí, mi más agradecido recuerdo para él. Quizás algún día, así lo espero, esta relación se vea refrendada por un buen apretón de manos o un fuerte abrazo.

Mi más sincera enhorabuena, por supuesto, a mis compañeros de generación. Es un orgullo acompañaros.

Y ahora, sin solución de continuidad, el autobombo más inmodesto.

Hace un año, más o menos, que comencé con este blog, y a pesar de que es muy poco tiempo, lo que en aquel momento me parecía imposible comienza a hacerse realidad. Por aquel entonces, mis sueños literarios no eran más que eso: sueños o quimeras que llenaban mis noches, pero hace unos días —sí, tan solo unos días—, comenzaron a hacerse realidad.

Tras la publicación de mi relato “Trágica confesión” en el fanzine nº 2 de Horror Hispano, Darío Vilas, administrador de “Horror Hispano” y creador, junto con Senén Lozano y Anabel Areal, de la asociación literaria “Doble Hache”, me pidió que participase junto a otros cuatro compañeros en una iniciativa ciertamente curiosa: un libro disco; un pequeño libro de relatos que irá acompañado de un cd, donde figurarán las piezas musicales que unos amigos compositores han creado para nosotros. Se trata de algo ciertamente innovador; una comunión genial entre música y literatura que espero no deje indiferente a nadie, y en la que voy de la mano de una fantástica compositora, Ana Albajara, que ha escrito dos piezas realmente fabulosas. Saldrá a la venta a principios de verano, y espero que obtenga el éxito que los miembros de Doble Hache se merecen.

Quizás por la misma época, comenzó mi colaboración con “Brandlife”, una muy conocida revista de publicidad donde logré publicar un artículo sobre la campaña que Acciona había lanzado a los medios. Al cabo de un mes se me ofreció la posibilidad de colaborar con ellos; surge entonces “Desde mi sillón”, una columna mensual donde un espectador ignorante —o sea, yo—, escribe sobre ese extraño mundo de la publicidad.

En Febrero se publicó la primera columna; a principios de marzo sale a la venta el número donde se incluye la segunda, y la experiencia está resultando increíble. Comienzo a dar pasos en el mundillo y estoy que no lo creo, pero como no hay dos sin tres —o tres sin cuatro—, ahora viene la traca final.

A primeros de marzo, dentro de nada, saldrá a la venta mi primera novela, “Los crímenes de Avignon”, donde cuento la lucha que un servidor del Santo Oficio se ve obligado a mantener contra unos criminales ciertamente sádicos. Es otra iniciativa de Doble Hache —a esta gente ya no sé cómo agradecérselo—, y ya está casi todo hecho. Estoy terminando la corrección, la portada, obra de Quisco, es absolutamente brutal, y en breve, unos pocos días, la podré tener entre mis manos.

Así que creedme; los sueños, desde luego, se hacen realidad.

lunes, 11 de enero de 2010

Imperfecta simetría

Hace unos cuantos meses, en una de las primeras entradas de este blog, mencioné la grata sorpresa que me había llevado al internarme en el, sobretodo entonces, desconocido mundo de la blogosfera literaria. Recuerdo haber descrito mi estupor al hallarme frente a un buen puñado de escritores, todos ellos grandes aficionados, que volcaban sus anhelos, sus pesares o sus alegrías sobre la pantalla de un ordenador, para libre regocijo de todos los que quisieran acercarse hasta sus bitácoras.

Hoy, me acerco hasta vosotros con una finalidad similar: la de glosar la fantástica labor de dos escritores escasamente conocidos, casi noveles aunque rebosantes de talento, que recientemente han conseguido publicar una de sus obras.

Me refiero a Darío Vilas y a Rafa Rubio, administradores de la página web Horror Hispano, que sin duda sabrán descollar en este extraño e injusto mundo de las letras. Para ello, uno de sus primeros pasos ha sido la aparición de un pequeño libro de relatos de misterio, “Imperfecta simetría”, ambientado en una isla carente de humanidad, donde lo humano apenas importa y tan solo el egoísmo anima a sus habitantes.

El libro consta de varias historias independientes que, sin embargo, los autores han conseguido hilvanar entre sí por una trama muy sutil. En ellas, Rafa y Darío nos muestran unos personajes muy oscuros, anclados en un pasado tan oscuro como ellos, cuyas vidas se ven trágicamente dominadas por el entorno en el que viven: la isla de Simetría, un pedazo de mundo en el que reina la decadencia, la corrupción y la inmoralidad, con una atmósfera tan opresiva e inquietante que sume a los que allí residen en una desesperanza contagiosa y enfermiza de la que se ven incapaces de escapar.

Surge entonces en sus vidas el horror, la crueldad o el sadismo; a veces ribeteado de pequeños festones absurdos o surrealistas; a veces presidido por un realismo agobiante que cala hasta los huesos al lector y le provoca una desazón angustiosa. Surge la sangre, el miedo…el terror.

Sabiamente, los autores conjugan una prosa incisiva, muy directa, con una indiscutible belleza estilística –poética, en ocasiones-, que propicia una lectura ciertamente agradable y ayuda a crear un escenario fácilmente imaginable. Nos regalan un cúmulo de sensaciones -siniestras, en su mayor parte-, que, por esas curiosas evocaciones que acuden a nuestra mente, nos trasladan a un paisaje caótico, desprovisto de amor o humanidad, que hasta ansiamos no abandonar. Nos sume en la desazón; pero casi deseamos permanecer en ella, pasar la página y continuar con la inquietud.

“Imperfecta simetría” es, en suma, un conjunto completo y homogéneo de relatos angustiosos, que a buen seguro supondrá el comienzo de una carrera imparable y fructífera. Vaya desde aquí, por tanto, por los buenos momentos que su creatividad me ha proporcionado, mi más sincero agradecimiento.

Para Rafa y Darío, muchas gracias.



NOTA: Para aquellos que lo deseéis, el libro se puede adquirir en www: h-horror.com