jueves, 12 de noviembre de 2009

El exilio de un Papa


A continuación, os dejo un fragmento de una novela que estoy escribiendo. Espero que os guste.

Un abrazo a todos.


¿Cómo podían obligarla a estar con un ser tan repugnante, al que tanto odiaba por el daño que había hecho a Roma? ¿Por qué le era negado el amor? ¿Por qué la codicia enturbiaba los corazones, rechazando todo cuanto de bueno solía habitar en ellos?

Valetta podía sentir cómo la ira recorría todo su ser, dejándola ahíta de odio y rabia cada vez que se veía obligada a soportar la presencia del General Miollis. No entendía cómo su padre, al que tanto había amado cuando era una niña, prescindía de la custodia de la honra de su única hija y la empujaba a los brazos de un hombre despreciable, a quien nada le importaba el bienestar de todos aquellos que le rodeaban. No entendía cómo el dinero, algo tan sucio y vacío de vida, podía llegar a obnubilar la mente y vaciarla de recuerdos y de amores. ¿Acaso era tan complicado prescindir de una posición de privilegio?; ¿acaso pesaba más la codicia que el respeto o la ternura?

Para su infortunio, su padre había dejado muy clara la respuesta a las preguntas que la atormentaban, y la pobre Valetta no dejaba de lamentarse por ello. En su interior, sabía que ya no podía albergar esperanza alguna; su padre no iba a renunciar a su posición social ni a la posibilidad de medrar apoyando al vencedor. El dinero lo había cegado, y nadie le haría cambiar de opinión. Ni tan siquiera su esposa, la madre de Valetta, rota de dolor al ver el sufrimiento de su hija, lo había logrado.

El general francés la cubría de regalos, la asediaba con promesas de amor y no cesaba de expresarle con palabras huecas y altisonantes la admiración que le profesaba. Parecía un adolescente enamorado, enfebrecido de pasión. Sin embargo, había en todo ello un tono almibarado, revestido de falsedad, que a Valetta no se le escapaba.

Ella sabía que el francés no albergaba sinceridad alguna en su corazón, y que sus palabras, tan dulces como falsas, no tenían otra intención que resquebrajar su coraza y así rendirla ante una vana verborrea. Pero ella no se dejaba engatusar. El desprecio que sentía por aquel hombre era excesivo, y lo último que deseaba era doblegarse a su voluntad.

—Querida Valetta: no has de temerme, pues yo tan solo ansío tu bienestar. Deseo estar contigo, ya lo sabes, pero no quiero imponerte nada. —Miollis hablaba casi en susurros, bisbiseando una ponzoña repleta de añagazas que no parecía tener éxito alguno. Aquella mujer se resistía, no como las otras, y él comenzaba a sentirse enojado por las constantes negativas.
— ¿No te das cuenta? ¿Acaso no es motivo de orgullo saberse admirada por el General Miollis? ¿O es que el conquistador de Roma no es suficiente para ti? —En su voz se atisbaban ya ciertos ribetes de enfado, pero Valetta parecía hacer oídos sordos.
—No me malinterprete, General. Es usted un hombre encantador, y disfruto mucho de su compañía, créame. Pero los designios del corazón son oscuros, y no arde en mí llama alguna.
—Compréndelo, Valetta. El amor no nace en un segundo, como sabrás. Es necesario perseguirlo, cuidarlo y mimarlo, y solo con perseverancia se logra.
—Bueno, de perseverancia parece usted sobrado, General. —La joven comenzaba a sentir repugnancia por aquel cortejo baboso y dulzón, que en nada dulcificaba su ánimo.
—Cierto, pero todo tiene un límite. No lo olvides. Ven. Acércate. —El General extendió su mano, engarzada de joyas, y agarró a Valetta, atrayéndola hacia él.

Ella comenzó a resistirse, forcejeando nerviosamente para desasirse de su brusco apretón. Pero el francés no pretendía liberarla.

—Déjeme, se lo ruego —imploraba—. Permítame que me vaya a mi casa.
—Te irás más tarde. Antes has de satisfacerme.
—No, por favor. Suélteme.

Miollis, harto ya de dimes y diretes, y anhelante de una pasión robada, comenzó a tirar con más fuerza de la mujer. Su mano se cerraba sobre el brazo de la joven en un abrazo desmedido, y su gesto comenzaba a mostrar un color violáceo, fruto de un enojo creciente. Él era el gobernador de Roma, y no iba a renunciar a aquella preciosa mujer de cabellos cobrizos. Si tenía que ser por la fuerza, Valetta sería suya.

—He dicho que vengas —bramó con un coraje ya desatado, imprimiendo a su exhorto un tono autoritario que escasamente se compadecía con las gestas del amor.

Finalmente, preso de una furia exacerbada, el General arrastró de golpe a la mujer hasta arrimarla contra su pecho. Sin saber muy bien cómo reaccionar, Valetta, terriblemente asustada, levantó un brazo y lo descargó con rabia sobre el rostro de su agresor. La bofetada sonó como un latigazo, sumiendo en una sorpresa vergonzante al General.

Éste, ligeramente aturdido, soltó a la mujer. Parecía conmocionado, como si su mente no fuese capaz de entender lo que había sucedido. Su boca permanecía abierta en actitud bobalicona, y en su mejilla izquierda, como prueba irrefutable de la iniquidad que había querido cometer, comenzaba a florecer una mancha blanquecina, envuelta por un halo rojizo.

El General tardó unos segundos en asimilar la afrenta de Valetta. Se llevó una mano a la mejilla y comenzó a palpársela con desagrado. Un calor lacerante, regalo de un menosprecio merecido, le bañaba el pómulo con saña, embargándolo de una ira que ansiaba ser desatada.

De pronto, sus ojos se vieron animados por un brillo malévolo. Sus labios se crisparon y un ligero temblor acunó su mentón. Sentía una rabia incontenible. Su mano, aquella que había hollado el fruto de su infamia, salió disparada hasta el rostro de Valetta e impactó sobre él.

Valetta cayó al suelo, casi inconsciente. El golpe había sido brutal, los oídos le retumbaban con un pitido insoportable y de su nariz manaba mucha sangre. Tenía el pelo alborotado, formando un denso velo cobrizo que mantenía su cara oculta, como un cortinaje tras el que esconderse. Por eso Miollis no pudo ver sus lágrimas.

El General bufaba como un animal encabritado, poseído por un enfado rabioso que se esforzaba por no desaparecer.

— ¡Maldita zorra! ¿Es eso lo que querías? Eh, ¿es eso? —Al hablar, escupía grandes salivazos, desertores de una boca palpitante y venenosa que huían despavoridos para caer inertes al suelo—. Ahora ya lo has conseguido, y la próxima vez no seré tan benévolo.
Valetta sollozaba con la mirada clavada en el suelo, tratando de inhalar un aire que le resultaba esquivo. En aquel momento odiaba a su padre. Por su culpa se veía obligada a soportar todo aquello. Y eso era solo el principio.

Miollis parecía más calmado. Su respiración se había normalizado y el enfado comenzaba a remitir. De pronto sentía una grata sensación de poder. Valetta estaba a sus pies, humillada e indefensa. La altivez que siempre exhibía había desaparecido de repente, y seguramente se encontraría más dispuesta a ceder a sus deseos. Desde luego, la bofetada no había sido mal gesto.

—Espero que esto te haga recapacitar, Valetta. ¡Yo soy el poderoso! ¡Yo soy el que puede conseguir que los negocios de tu padre prosperen! No lo olvides. —El General comenzó a caminar hasta la puerta del comedor. Se sentía henchido de orgullo y satisfecho por su demostración de fuerza.

— Si en algo valoras tu bienestar y el de tus padres, tu actitud cambiará.

Valetta siguió tumbada en el suelo, sumida en una rabia que apenas le dejaba vaciar su llanto. Tan solo al escuchar cómo la puerta se cerraba con estrépito, se permitió llorar.

11 comentarios:

Miguel Baquero dijo...

Ay, a mí se me hace un poco envarado. "Pero los designios del corazón son oscuros, y no arde en mí llama alguna". Yo creo que eso te queda fenomenal en los cuentos de terror, que admiten una atmósfera decadente, pero una novela, en nuestros días, yo creo que tiene que tener más agilidad, más soltura. Aunque claro, esto es sólo un fragmento, es como mirar por una rendija. No sé la finalidad ni el objetivo de la novela. Quizás si se trata de una novela histórica...

g.l.r. dijo...

Para ser sincero, a mí también me rechinaba esa frase. Me parecía pedante, cursi y estúpida. Ni Dios habla así, por mucho que uno trate de escribir una novela histórica. Por cierto, la historia cuenta los hechos relacionados con la conquista de Roma por el ejército napoleónico y el exilio al que se vio expuesto el Papa Pío VII. Pero por mucho que me empeñe, eso no disculpa mi torpeza. Le daré una vuelta, que creo muy necesaria.
Un abrazo.

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Parece muy interesante.
No sé qué decirte en cuanto a la frase que citas, a mí me parece un lenguaje bello y culto; pero en fin...
Sería distinto si la novela se desarrolara en nuestros días y lo dijera una chica actual al rechazar a su pretendiente; o si la escena fuera en un bar de los bajos fondos.

Lo que sí te animo es a continuarla y desearte mucho éxito.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Creo que tu estilo es realmente bueno, aunque es cierto que a veces puede resultar demasiado recargado. Por otra parte, la forma de contar una historia ha de ir en consonancia con lo que se cuenta, con su ambiente, y una novela histórica exige un lenguaje más formal.

Cuando cuelgas un relato en el blog el lector comienza a meterse en la historia y asume el estilo de manera natural. Cuando lo que cuelgas son unos párrafos de una novela, no das tiempo a que eso suceda, el lector no sabe lo que le están contando y todo resulta más ajeno.

Estoy de acuerdo con el comentario de Miguel Baquero, que acierta cuando dice:"quizás si se trata de una novela histórica..." Y ahí está la clave.

Un pequeño consejo: si no estás conforme con una frase, bórrala. Sólo es una frase, y lo importante, lo que se cuenta.

Un abrazo.

Ramón

Blanca Miosi dijo...

El fragmento que has colgado me parece estupendo, g.r.l., creo que el lenguaje tanto de la voz narrativa como de los personajes deben asumir la época y la clase social a la que pertenencen y me parece que se lee muy bien.

De todos modos, son detalles que podrás pulir al final, lo importante es que no pierdas la inspiración y te zambullas en la época,y creo que lo estás haciendo maravillosamente.

Un abrazo,
Blanca

Miguel Baquero dijo...

Estoy de acuerdo con todo lo que han dicho los demás. Un fragmento no es algo acabado y el que lee no se acaba de meter en la historia y asumir el estilo, como dice Ramón. Igual en una novela histórica, todo puede cuadrar. Y estoy también de acuerdo en que si tienes ganas y la historia en la cabeza, sigue hasta el final y luego ya habrá tiempo para pulir detalles. Al fin y al cabo, es lo bueno de los ordenadores actuales, que puedes cambiar, poner, volver a cambiar, volver a poner una frase cientos de veces con un sólo golpe de dedo... Y yo también sigo deseoso de leer más cosas uyas. Buena suerte con el concurso de terror

g.l.r. dijo...

En ello ando, estimado Juan. Llevo unas doscientas páginas, pero creo que tengo para largo. La historia se desarrolla alrededor del 1800, e incluyo muchas historias en una. A ver qué tal sale.
Un abrazo.

g.l.r. dijo...

El problema, Ramón, es que ya de por sí soy bastante "clásico" en mis escritos, y si no tengo cuidado acabo exagerando el tono. La verdad es que se me hace difícil.
Gracias por comentar, por los halagos y los consejos. Tienes muchas razón con eso de borrar.
Un abrazo

g.l.r. dijo...

Ay, Blanca, qué ilusión me hace que tú me digas eso. Muchas gracias.
Un besazo.

g.l.r. dijo...

Muchas gracias, Miguel. Mientras escribo nunca corrijo nada. Tengo incluso una novela terminada y pendiente de corregir, pero se me da tan mal que siempre lo dejo para mejor ocasión. ¡Y son tantos los errores! A ver qué tal queda esta última. La verdad es que lo estoy pasando muy bien al escribirla.
Un abrazo fuerte.

P.S.- Por cierto, no sabes cómo me descojoné con tu comentario sobre Márquez en el blog de Pedro de Paz. Estuviste sembrado.

Carlos de la Parra. dijo...

ME GUSTÓ MUCHO COMO FLUYE EL RELATO.ESTÁ PLENO DE CREDIBILIDAD EN LA CARACTERIZACIÓN DE SUS PERSONAJES.SENTIMOS TREMENDA COMPASIÓN POR VALERIA Y DESPRECIO POR EL PADRE Y EL GENERAL QUE LA HAN DEVALUADO A MONEDA DE CAMBIO DE SUS INFAMES AMBICIONES,ALGO DE LO CUAL SÓMOS TRISTEMENTE TESTIGOS EN OTROS PARÁMETROS QUE LA VIDA NOS HA VENIDO PRESENTANDO COMO UNA CONSTANTE QUE SEGUIMOS VIVIENDO A TRAVÉS DE LA HISTORIA.IGNORO EL DESENLACE AL QUE LLEVE SU HISTORIA,PERO LE REITERO,ME CAPTURA BIEN SU ESTILO NARRATIVO,LOGRANDO ASÍ CRÉDITO COMO AUTOR.
LE INVITO,SI LLEGA A CONTAR CON EL TIEMPO Y ENCONTRASE ALGO DIGNO DE SU COMENTARIO,NOS HONRE CON ÉL EN
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